15 mayo, 2012

Isla de Pascua, el Ombligo del Mundo

En lo que va del año 2011, pude cumplir mi 2do sueño de viaje más anhelado, visitar y conocer Isla de Pascua.  Mi historia comienzó bastante mal, pues casi pierdo el avión por no preveer un taxi que me lleve al aeropuerto a tiempo y me compliqué ya que eran horas pico y llegué cuando habían cerrado mi vuelo a Lima.  Yo, y gracias a la magia del web check había obtenido la noche anterior mi pase a bordo y solo tenia que presentarme a preembarque pero debía pagar la tasa de salida Ecuador y entregar mi gran maleta.  Después de dar vueltas como trompo la empleada de la aerolínea me cobró la tasa y salí corriendo a la puerta de embarque con mi MALETA y con el gran temor de que me la detenga por no ser la típica "maleta de mano".  Hice migración y por los altavoces escuché mi nombre y le dijé al policía bien bajito "apúrese" y bueno, ya con el sello de salida me fui corriendo hasta la puerta 10 (estaba en la 1) y cual atleta deportivo me pegué la maratónica hasta la 10 pero llegué a la 9 (de los nervios me equivoqué) y me dijeron "es a ladito", ya faltaba poco y me faltaba la respiración, entregué mi pase y entré.  Le dije a los empleados, mi maleta es un poco grande podrían ponerla abajo en carga? ellos sin problema dijeron que si lo harían, me pidieron mi apellido y mi nombre.  Al entrar noté que el avión estaba la mitad vacío y no hice más que buscar mi asiento y relajarme hasta llegar a Lima, parada obligatoria antes de ir a la Isla.


UN POCO DE LA ISLA
La Isla de Pascua es uno de esos pocos lugares realmente evocadores del mundo. Su posición que la convierten en el territorio más aislado del mundo y la enorme riqueza arqueológica (virtud por la que fue declarada por la UNESCO como Patrimonio Mundial en 1995) le han dado un pedigrí como territorio fantástico y misterioso que se acentuó por su inaccesibilidad. Hoy, es posible llegar en grandes aviones comerciales desde Santiago de Chile o Tahití, pero la marca de este pequeño territorio insular de apenas 163,6 kilómetros cuadrados sigue siendo el misterio. Pascua es un triángulo formado por tres grandes volcanes que está a 3.600 kilómetros de las costas chilenas y a 2.07 kilómetros del archipiélago de Pitcairn. Forma uno de los vértices del llamado Triángulo Polinesio y es el extremo oriental de la zona de influencia de este pueblo marinero que logró colonizar gran parte del Pacífico Sur.

En la actualidad, esta comuna municipal ligada administrativamente a Chile, tiene una población cercana a los 3.800 habitantes, la gran mayoría de los cuales se concentra en la capital de la isla, Hanga Roa. De su herencia polinésica, etnia que conforma más del 90% de su población, ha quedado una cultura insular marcada por el aislamiento y el desarrollo de una cultura única que viene marcada por la omnipresencia de una palabra: Moai. Más de 900 esculturas megalíticas se extienden por la estrecha geografía de una isla que formó una de las sociedades más enigmáticas de la historia de la humanidad que dejó como testigo de su éxito, un legado arqueológico único y como muestra de su fracaso su propia desaparición tras un cataclismo ecológico que ha provocado que veamos reflejado en las colinas deforestadas de Pascua el destino de una sociedad, a nuestra, despreocupada de las consecuencias medioambientales de nuestro estilo de vida.

Para conocer Pascua nada mejor que alojarse en la ciudad de Hanga Roa. Esta ciudad de casas terreras y avenidas amplias y despejadas concentra a la gran mayoría de los 4.000 habitantes que tiene la isla. El paisaje de la ciudad está totalmente dominado por la pista del Aeropuerto Internacional de Mataveri y por el frente de costa ante el Océano Pacífico. Se trata del centro turístico de la isla, con un par de playas interesantes y la mejor vía para introducirse en los secretos de un territorio enigmático. El paisaje urbano no destaca por su espectacularidad pero Hanga Roa se caracteriza por la amabilidad de sus habitantes y por concentrar más del 90% de los servicios de la isla, incluyendo el hospital, los alquileres de coches, los hoteles y la mayoría de los restaurantes del territorio. En origen, la localidad se dividía en tres pequeñas aldeas que hoy se han unido para crear esta ciudad que es la puerta de entrada a Pascua, tanto por vía aérea, como por vía marítima.


Centro Ceremonial de Tahai
A pocos metros del Museo Antropológico Padre Sebastián Englert, este conjunto de ahus (plataformas de piedra sobre las que se erigen los moais o estatuas de piedra) es una buena manera de comprobar in situ las lecciones que se han aprendido después de la visita al museo. El centro ceremonial, que cuenta con dos plataformas, fue reconstruido en la década de los 60 por el arqueólogo norteamericano William Mulloy, que dedicó gran parte de su carrera investigadora a desentrañar los misterios de la antigua sociedad pascuence. Este centro ceremonial, vinculado con las ceremonias funerarias y el culto a los antepasados, cuenta con siete moais en buenas condiciones que han sido recolocados en sus lugares originales. A uno de estos moais se le han reproducido los ojos de coral blanco y pupilas de toba rojiza siguiendo el modelo de restos similares destruidos que se han encontrado en otros lugares de la isla por lo que se puede decir que es el moai que más fielmente reproduce los modelos que se extendían por la costa de la isla en el momento de máximo esplendor de la cultura que erigió estos gigantes de piedra volcánica. Para algunos estudiosos de la historia de la isla, estos ojos sólo se colocaban en las estatuas en determinadas épocas del año o en la celebración de rituales y ceremonias que tenían que ver con el gran hombre al que el moai representaba con la intención de abrir un canal de comunicación entre los vivos y el muerto.


Otro de los puntos de interés de este centro ceremonial, que se erige en el mismo núcleo de población de Hanga Roa, es que cuenta con un buen ejemplo de aldea residencial asociada a los lugares de culto. Según los expertos, las clases dominantes erigían sus casas en las proximidades de los ahus, mientras que el grueso de la población vivía tierra adentro. En las inmediaciones de Tahai se han localizado los cimientos de de una casa bote (Hare Paenga), que era la vivienda tipo de los linajes privilegiados de la isla. Se trata de estructuras de piedra en forma de casco de canoa con los extremos redondeados que pueden alcanzar hasta los 90 metros de longitud y una anchura máxima de tres metros en su sección central. Esta casa alargada se cubría de un armazón de ramas impermeabilizada con cubierta vegetal. En la zona también se han identificado corrales para el encierro de aves de corral (gallinas) y una estructura de piedra en la costa que se ha interpretado como un embarcadero de canoas.


Junto a Tahai se erige un pequeño monumento funerario en el que reposan los restos de William Mulloy y su esposa, que eligieron este lugar como sitio de descanso tras su muerte, un detalle que refuerza el compromiso del arqueólogo norteamericano con la cultura y el patrimonio de la isla.




Playas de Hanga Roa
La capital de la Isla de Pascua cuenta con dos pequeñas playas que, pese a ser de pequeñas dimensiones, ofrecen la posibilidad de una tarde de descanso a los turistas. Muy cerca del embarcadero (la única infraestructura portuaria con la que cuentan los isleños) se encuentra la Caleta de Hanga Roa que cuenta con su pequeño Moai y una estrecha franja de arenas claras de origen coralino en la que los bañistas pueden compartir el espacio con las barcas de los pescadores de la localidad. Un poco más al sur se encuentra la coqueta playa de Pea, otra estrecha franja de arenas blancas que no mide más de 40 metros de longitud y los dos o tres metros de anchura. Para solventar el problema de las mareas altas, las autoridades de la ciudad han construido un curioso parque de terrazas con césped en el que es posible tomar el sol sin problemas.  

La costa de Hanga Roa es uno de los mejores sitios de la isla para practicar el submarinismo. Varios clubes de buceo ofertan el alquiler de equipos y excursiones guiadas por los fondos de los alrededores. Pese a que hay pequeñas concentraciones de coral, la temperatura media del agua (unos 22 grados centígrados) no permite el desarrollo del arrecife en las condiciones de otros destinos polinesios. Aún así, la morfología volcánica de Pascua oferta fondos pedregosos de formas caprichosas con abundancia de cuevas y arcos submarinos. Otra de las particulari dades de los fondos de la isla es la abundancia de vida marina, lo que convierte la inmersión en todo un espectáculo. Es conveniente ir acompañados de submarinistas expertos que conozcan el lugar.


Iglesia de Santa Cruz
La iglesia de Santa Cruz no destaca por su arquitectura ni por su espectacularidad. La importancia de la iglesia matriz de la isla (C/ Te pito o te henua sn) radica en ser uno de los puntos más interesantes de Pascua para comprobar el grado de sincretismo de la cultura local que ha sabido reinterpretar el dogma católico (religión que comparten mayoritariamente con el resto de los chilenos) incorporando importantes aportaciones de la tradición local. Un ejemplo claro son las imágenes que adornan su interior, que recuerdan a las tallas de madera prehistóricas que hemos visto con anterioridad en el Museo Antropológico Padre Sebastián Englert. No hay que echarle mucha imaginación para ver en la imagen del Cristo de la parroquia la frente huidiza y los rasgos expresivos de los moais que se encuentran repartidos por toda la isla.  En uno de los laterales del templo se erige el Mercado de Artesanía de la cuidad, un centro de interés en el que pueden adquirirse los exquisitos trabajos de los artistas locales así como reproducciones más o menos afortunadas de los restos arqueológicos que se han encontrado por toda la isla. Este mercado también es el punto de reunión del Consejo de Ancianos de la isla, una institución política formada por los habitantes de la etnia rapanui de mayor edad y que son corresponsables, junto a las instituciones democráticamente elegidas por todo el conjunto de la población, del gobierno del territorio y la gestión de sus recursos.


Otros atractivos de Hanga Roa
Al ser el centro político, administrativo y económico de la isla, Hanga Roa concentra gran parte de la paleta de servicios que oferta Pascua. El hospital, los servicios bancarios, hospital y hoteles se han construido en la suave pendiente que baja hacia el mar desde el aeropuerto Internacional de Mataveri. La pista de este aeropuerto internacional se amplió en la década de los años 80 para permitir el aterrizaje de las lanzaderas espaciales estadounidenses en caso de emergencia. Estas obras han permitido la utilización de las instalaciones aeroportuarias por aviones comerciales de gran capacidad que cubren la ruta Santiago de Chile-Pascua-Tahití. Cerca de la ciudad (acceso por la calle Atamu Tekena) se encuentra la pequeña bahía de Hanga Piko, que guarda una pequeña estación de grabados rupestres de origen prehistórico. Estos petroglifos, que también se encuentran repartidos por toda la isla, están localizados en cuatro pequeños paneles que parecen representar escenas marítimas con la incisión de trazos que recuerdan a canoas. Los restos arqueológicos son una constante en el pequeño territorio pascuence, donde se han localizado hasta 20.000 yacimientos de diferente tipología.




Rano Kau
Este volcán ocupa el extremo suroccidental de la isla y es una de las imágenes más conocidas de la isla. El cono, que alcanza una altura máxima de 324 metros sobre el nivel del mar se abre, en su cota superior, en forma de impresionante caldera que alcanza el kilómetro y medio de diámetro y los 250 metros de profundidad. Se trata del segundo foco de erupciones más antiguo de la isla, un ciclo que los geólogos han situado hace unos 2,5 millones de años. Una de las características más curiosas de este enorme cráter es la existencia de pequeñas lagunas de agua dulce que salpican su interior. Una red de miradores a lo largo del perímetro permite observar desde las alturas los pequeños islotes formados por bosquecillos de totora que cubren el interior de cráter. El difícil acceso de este lugar ha provocado que Rano Kau sea uno de los últimos bastiones de la flora autóctona de la isla.


Aldea ceremonial de Orongo
Es uno de los puntos culminantes de la visita a la Isla de Pascua. Este lugar jugó un papel de suma importancia en los últimos dos siglos de existencia de la sociedad aborigen justo antes de la llegada de los navegantes europeos, ya que fue el centro del culto al ‘hombre pájaro’ una institución que, como hemos referido en la introducción de esta guía, canalizó la violencia intergrupal e intentó frenar el clima de desintegración política y social que se vivió tras la caída del sistema social moai. El lugar puede traducirse como el lugar de los mensajeros, interpretación que surge de la partícula de lugar O y la palabra Rongo, que significa mensaje. Se trata de una pequeña aldea en la que se han localizado 53 estructuras de piedra de planta elíptica con angostas entradas por las que un hombre medianamente corpulento no puede pasar. Las casas están cubiertas por un sistema de falsa bóveda de piedras planas que, en el exterior, se han impermeabilizado con una especie de torta de tierra apisonada que hoy aparece cubierta de densa hierba. En su interior hay pinturas en las que predominan los colores blanco y rojo que representan escenas de danza, pájaros y figuras humanas que se han interpretado como jefes tribales.


En el exterior, en los riscos que dominan los islotes Motu Nui, Motu Iti y Motu Kao Kao, se localizan numerosos petroglifos que representan al ritual del hombre pájaro (Tangata Manu) y escenas de loa al dios Make Make. Este ritual enfrentaba a los diversos clanes de la isla que buscaron en esta competición una manera de legitimar y repartir el poder político y religioso en un momento en el que la sociedad isleña se derrumbaba hacia el caos y la autodestrucción. Cada uno de los clanes contendientes competía en una carrera en la que los participantes debían bajar el risco, nadar el canal que separa la isla motu Nui y traer un huevo del ave sagrada Manutara, una especie de gaviota que puebla esta zona del Pacífico. Este ritual se celebraba a principios de la primavera, momento en el que estas aves vuelven a Pascua para criar después de alimentarse en las islas de Sala y Gómez, a más de 2.000 millas de Orongo.


COSTA SUR: POIKE Y ANAKENA


Ahu Vinapu
Este centro ceremonial se encuentra en la actualidad en estado de ruina, pero la espectacularidad de sus muros de mampostería lo convirtieron en el centro de las discusiones doctrinales acerca del origen de los pobladores prehistóricos de la isla. Está situado al oeste de la cabecera sur de la pista del Aeropuerto Internacional de Mataveri, justo en las primeras colinas del volcán Rano Kau. Es el primero de estos centros ceremoniales de la costa Sur de la Isla si se inicia la excursión desde Hanga Roa. El ahu está formado por tres plataformas entre la que destaca la conocida como Vinapu I. Su pared vertical está formada por grandes bloques de piedra que encajan perfectamente con sus vecinos, un hecho que recuerda a los muros construidos por los antiguos peruanos del imperio inca. El antropólogo noruego Thor Heyerdahl llegó a la conclusión de que esta técnica constructiva tuvo que importarse desde la costa de Perú y formuló una teoría de poblamiento desde el Oeste apoyada por la navegación de la Kon Tiki, una balsa realizada según la técnica de construcción de los aborígenes peruanos, con la que unió las costas de Sudamérica y la Polinesia. La técnica de construcción de esta plataforma, sin embargo, difiere sustancialmente de la empleada por los antiguos peruanos, ya que el ahu no es de piedra maciza. Las piedras que asombraron a Heyerdahl son grandes lajas planas que esconden un interior formado de escorias, piedras irregulares y escombro.


Otra de las particularidades de este ahu es su posición astronómica. Los moais, hoy derribados, miraban hacia el punto en el que nace el sol en el solsticio de invierno. Los otros pódiums de piedra también están colocados hacia este hito que marca el cambio de estación. Frente a la plataforma conocida como Vinapu II hay una curiosa estatua femenina que, en su origen, tenía dos cabezas (hoy desaparecidas), que se ha identificado como una especie de camilla de piedra donde los antiguos pascuences depositaban el cuerpo de sus difuntos durante las ceremonias funerarias.


Vahiu y Akahanga
La ruta propuesta avanza por la carretera que discurre en paralelo a la costa sur de la isla. Otro de los numerosos ahus que salpican la costa de Pascua es el de Vahiu, situado a unos 10 kilómetros de Hanga Roa. Se trata de un pequeño ahu con ocho moais derribados y los restos de otros ocho pukaos (sombreros de toba roja con los que se coronaba a las estatuas). Frente al Ahu hay un círculo de piedras semi derruido que se cree parte de una gran plaza ceremonial donde los isleños celebraban sus rituales funerarios.


A escasos kilómetros de Vahiu se encuentra otro ahu que, pese a su estado de ruina, es uno de los hitos de la historia mítica de Pascua. Es el ahu de Akahanga, que según la tradición, fue el monumento funerario erigido en honor al rey Hotu Matua’a, el líder que dirigió la colonización del territorio insular por parte de la población polinesia original; este conjunto arqueológico también recibe el nombre de ‘Plataforma del Rey’. El conjunto ceremonial cuenta con cuatro pódiums de piedra de pequeñas dimensiones con doce moais que se encuentran en la posición en la que quedaron tras ser derribados. Frente a la plaza ceremonial se han localizado dos casas canoas, varios fogones comunales, estructuras de piedra para el encierro de aves de corral y una rampa para embarcaciones en la costa. Uno de los moais se encuentra desplazado en dirección a la costa y se cree que alguno de los barcos europeos que empezaron a merodear por estas latitudes desde el siglo XVIII intentó llevárselo sin éxito.


Rano Raraku
Algo tierra adentro, cerca del extremo oriental de la Isla (la Península de Poike) se encuentra el volcán Rano Raraku, en cuyas faldas se concentró la construcción de los casi 900 moais que se reparten por toda la isla. Rano Raraku es la gran cantera de estatuas de la isla, un lugar que los canteros abandonaron de manera súbita dejando más de 400 de estos colosos de piedra volcánica en diversas fases de construcción. Este cráter formado por cenizas volcánicas consolidadas (material blando ideal para el tallado de las grandes figuras) es vital para comprender la historia y la cultura ancestral de Pascua. El volcán cuenta con un cráter de varios centenares de metros de diámetro colmatado, en su fondo, por una laguna de aguas someras. Este cono de poco más de cien metros de altitud sobre el nivel del mar es el mejor ejemplo del grado de explotación de los recursos que sufrió este pequeño territorio. Las estatuas se empezaron a tallar en las faldas de la montaña para ir, paulatinamente, ascendiendo hacia el borde del cráter y sobrepasando éste hacia el interior, donde se han localizado 40 moais que miran hacia la laguna.


Como se ha comentado con anterioridad, en las faldas de Rano Raraku se localizan hasta 400 estatuas en diversas fases de construcción o transporte. Aún unido por la espalda al lecho de roca se ha encontrado un gran moai de 21 metros de longitud, el más grande de los que aún quedan en Pascua. Desde la montaña parten varios senderos que confluyen en un gran camino que atraviesa toda la región central de la isla. Tradicionalmente se conoce a esta senda como la vía de los moais.


Las estatuas que se encuentran en esta cantera presentan los cánones estéticos de la fase final de la cultura moai. Aún así, hay estatuas que presentan alguna particularidad. Una de ellas, por ejemplo, tiene en a espalda un grabado que representa un gran barco con tres mástiles, lo que sugiere un añadido posterior que intenta dibujar un navío propio de los siglos XVII y XVIII. Hay otra excepción a la regla. Se trata de una estatua que se encuentra en posición sedente (sentada en el suelo) que fue bautizada como Tukuturi por los isleños. Un pequeño sendero recorre los principales hitos de este enclave arqueológico de primer orden.


Ahu de Tongariki
Es el ahu más impresionante de la isla y uno de los yacimientos mejor conocidos y estudiados de Pascua. Por sus enormes dimensiones y la gran cantidad de restos arqueológicos asociados, es uno de los centros turísticos más visitados de todo el territorio insular. También es el ahu que ha recibido más cuidados en su restauración. En los años 60, sus moais fueron desplazados varios centenares de metros tierra adentro por la acción de un tsunami, lo que obligó a pedir ayuda internacional para proceder a su restauración. Este centro de peregrinaje para turistas se construyó durante el siglo XI de la era cristiana, esto es, durante la época de máximo esplendor de la cultura Ahu Moai. Se trata, por lo tanto, de un monumento erigido por una sociedad que se encuentra en el periodo más brillante de su historia. Esto se tradujo en la construcción de una plataforma que cuenta con una longitud de más de 200 metros donde se erigieron 15 grandes moais que han sido recolocados. El resultado es soberbio.


Sólo una de las estatuas ha recibido su correspondiente pukao. El resto se encontraba en muy mal estado (por la acción de la ola gigante que asoló el lugar) y se aconsejó no hacer experimentos. El moai que luce su sombrero rojo es, también, el mayor de todos los que coronan el ahu y con 14 metros de longitud desde su base es de los más grandes de toda a isla.


La importancia de este enclave como centro arqueológico se completa con varias estaciones de grabados rupestres localizados en la zona conocida como Papa Tataku Pili. Los paneles cuentan con grabados que se han identificado como tortugas, peces aves y referencias al culto al hombre pájaro.


La Península de Poike
A pocos kilómetros de Tongariki un sendero que parte de la carretera hacia Anakena sube las primeras rampas del volcán Pukalike, máxima altura de la Península de Poike (en el extremo oriental de la isla) y foco de uno de los tres ciclos eruptivos que formaron el territorio triangular pascuence. Es la zona más antigua de Pascua, con materiales eruptivos que tienen más de tres millones de años de edad. Desde el punto de vista histórico, su punto culminante fue el lugar donde los españoles alzaron una cruz en 1770 por la cual tomaban posesión de la isla en nombre de la corona de España. En sus faldas, se desencadenó, según la tradición, la terrible batalla que acabó con el gobierno de los orejas largas y aupó a los orejas cortas como clase dominante.


Una zanja que separa Poike del resto de la isla es testigo de aquella revolución que acabó con el sistema social de la cultura Ahu Moai. Dicen los relatos que los orejas largas excavaron la fosa y la llenaron de material inflamable para mantener a raya a los orejas cortas. Pero estos últimos cayeron por sorpresa sobre los defensores de la trinchera y los arrojaron dentro calcinándolos. La tradición dice, también, que esa batala fue el inicio de prácticas de canibalismo que precipitaron un clima de violencia que acabó con los moais.


La Península de Poike es también un interesante centro arqueológico donde es posible rastrear las prácticas religiosas y costumbres de los antiguos pobladores de la isla. Uno de los hitos de Poike es una enorme cabeza de piedra esculpida bajo una poza de agua natural que recibe el nombre de Vaiaheva. Esta escultura cuya función se desconoce se localiza en la ladera sur del volcán Vai Heva. También se han descubierto dos estaciones de grabados rupestres bautizadas como Papa Ui Hetu’u, que según la tradición marcaban el punto de un antiguo observatorio astronómico dedicado a predecir el cambio de las estaciones. Pero el punto más famoso de Poike es la Ana o Keke, o ‘Cueva de las Vírgenes’, un tubo volcánico en el que se recluía a las mujeres para aclarar su piel al alejarlas de los rayos del sol. Desde este lugar se disfruta de magníficas vistas sobre el Océano Pacífico.


Ahu de Te Pito Kura
Este pequeño centro ceremonial situado en la costa Este de la isla es interesante por dos cuentiones. La primera es que alberga el moai de Paro, que con sus 90 toneladas de peso y más de 15 metros de altura es el más grandes de los que se encuentran erguidos en el territorio pascuence. El segundo hito de esta zona es el conocido como ombligo del mundo, una piedra esférica que, según la tradición, fue transportada por el mítico Hotu Matua’a desde Hiva. Esta piedra sería, pues, el único vínculo material de los antiguos pobladores de la isla con su tierra de origen, un lugar de suma importancia para la mitología local e hito que dio nombre a la propia isla. Esta piedra está flanqueada por cuatro esferoides de menor tamaño que representan las cuatro direcciónes y todo el conjunto está rodeado por un muro de piedra seca de poco más de un metro de altura. Este lugar fue centro de gran número de ceremonias y su importancia para la cohesión de toda la población prehistórica de la isla como grupo fue vital. Aún hoy, en una prueba más de la pervivencia de los viejos mitos y costumbres, los isleños sienten una devoción especial por este lugar. Este lugar se relaciona con el culto al Dios make make, como creador del mundo a partir de un centro original que se situaría en la propia piedra.


Playa de Ohave
Para muchos es la playa más hermosa de Pascua. Se encuentra en el extremo oeste de la Bahía de La Perousse, resguardada por una pequeña pared vertical de piedras volcánicas rojizas que se han mezclado con las arenas blancas de origen coralino formando una agradable playa de cierto tono rosáceo. El único problema es que este muro vertical cierra la playa en su banda de poniente, lo que limita las horas de sol por as tardes. Pero también tiene múltiples ventajas. La principal es que cuenta con una pequeña comunidad coralina lo que convierte a este enclave costero en un verdadero punto caliente de la biodiversidad marina de la isla. Por eso, son muchos los que se acercan a Ohave para practicar el submarinismo a pulmón. También cuenta con magníficas vistas sobre la totalidad de la Bahía de la Perousse y la Península de Poike. Al igual que otras zonas costeras de la Isla, Ohave cuenta con su ahu y sus correspondientes moais, aunque estos son más modestos que en centros ceremoniales vecinos.


Playa de Anakena
Es la playa de la Isla de Pascua por antonomasia y una de sus escasas estampas tropicales y es el único lugar donde uno tiene la sensación plena de encontrarse en la Polinesia. Anakena es la playa más grande de todo el territorio que, además, cuenta con un incipiente bosquecillo de cocoteros reintroducidos que acentúa esa sensación polinésica de la que antes hablábamos. Según los isleños, Anakena es a playa más bonita de Chile. Es uno de los lugares preferidos por los turistas, por lo que conviene, si uno tiene la suerte de ser de los pocos visitantes que van por su cuenta, de dejarse caer por las arenas blancas de origen coralino a última hora de la tarde o primera hora de la mañana. Las autoridades de a isla han explotado de manera inteligente el interés turístico de la zona al instalar zonas de picnic entre las palmeras, y, al mismo tiempo, guardar la bahía de Anakena de la voracidad de la construcción turística. Estamos, pues, en una playa virgen y de muchísima importancia histórica para los isleños.


Según cuenta la tradición oral, fue Anakena el lugar donde llegó la primera expedición colonizadora de la isla y donde el rey Hoto Matua’a estableció su residencia. En torno a esta playa floreció un importante enclave poblacional que se convirtió en uno de los centros políticos y culturales de la antigua sociedad isleña. La playa, en realidad, recibió el nombre de Hanga Moire Roa, pero se le conoce por el nombre de Anakena por un conjunto de cuevas cercanas donde, según cuentan, el mítico rey fundador de la sociedad prehistórica de Pascua, estableció su residencia. Cerca de a bahía se han encontrado restos de muros de piedra y casas canoa. También se cuenta que este lugar fue el centro donde se enseñaba la escritura Rongo-Rongo, el único sistema de escritura estructurado que se desarrolló en el área polinésica.


La importancia de este lugar desde el punto de vista social y político de este lugar justifica la existencia de los omnipresentes ahus con sus correspondientes moais que, en este lugar, se erigen entre los cocoteros, ofreciendo una de las estampas más bellas de la isla. Este centro ceremonial cuenta con tres ahus, de los que destacan los de Nau Nau y Anakena. El Ahu de Nau Nau es uno de los mejor conservados del lugar. Cuenta con siete moais cuatro de los cuales, aún conservan sus pukaos originales. Los Ahus de esta zona presentan multitud de grabados en sus muros verticales. El tercer ahu de la zona es el de Ature Huki, que sólo cuenta con una estatua. Este conjunto de plataformas ceremoniales fue restaurado a principios de la década de los ochenta del pasado siglo. Desde Anakena, y bordeando la costa hacia el cabo norte, parte un sendero que comunica esta parte de la isla con la aldea de Ahu Tepeu (cerca de la capital Hanga Roa), otro de los centros políticos más importantes del territorio insular. A lo largo de esta ruta (de algo más de 15 kilómetros de recorrido) hay varios conjuntos arqueológicos de interés.


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